viernes, 16 de marzo de 2018

Jubílese M.Rajoy, por su bien y por el bien común

La política capitalista y la comunista son cosa del pasado, son experimentos ya realizados con el máximo de medios posible, y que han fallado. Suponiendo que ambas ideologías tuvieran buenas intenciones, por ejemplo la de mejorar la situación económica de la humanidad y la satisfacción de sus necesidades materiales, es evidente que no han funcionado.

Desde la revolución bolchevique se experimentó al máximo el poder del comunismo y fue un fracaso. Sólo se pudo mantener el comunismo por la amenaza militar, hasta que desapareció por completo. Desde entonces el capitalismo ha dominado absolutamente todo el planeta.

Los resultados de este capitalismo global son catastróficos:
- Un calentamiento global tan rápido que no tiene precedentes geológicos. El calentamiento más parecido en el pasado coincidió con una extinción masiva de especies.
- Un acaparamiento del poder y la riqueza de todo el planeta en unos pocos individuos, con ayuda de tecnologías que han crecido tremendamente desde principios del siglo XX.
- Empobrecimiento de los estados hasta el punto de que no pueden satisfacer las grandes tareas comunes: pensiones, salud pública, enseñanza pública, investigación y desarrollo, infraestructuras públicas.
- Las tareas públicas quedan en manos privadas cuya intención no es el bien común, sino el enriquecimiento personal, de manera que sólo atienden a una pequeña parte de la población, la que mejor paga.

Quizá sea el momento de dejar de lado las políticas fracasadas, así como la caduca división entre política de izquierdas y la de derechas. Cada individuo, o cada grupo, puede desarrollar una solución nueva. Por mi parte, pienso que lo ideal sería una división de tareas entre el estado y el capital:
- El estado se encargaría de asegurar el poder de consumo de los ciudadanos, entregando a todos una renta digna. También gestionaría las tareas comunes: educación, sanidad, investigación e infraestructuras públicas.
- Los capitalistas gestionarían, en libre competencia, la producción del resto de bienes y servicios. Como la tecnología permite automatizar la producción, apenas habría necesidad de trabajadores, así que el capital, en vez de pagar sueldos pagaría impuestos al estado, de manera que este pueda asegurar una renta digna a la población, que consumiría gracias a ello los productos de más calidad y los que favorezcan su entorno. De esta forma se estimularía la competencia de las empresas productoras.

No sé cual será la mejor solución política para cubrir las necesidades de la humanidad y para la salud del planeta, pero lo que es seguro es que la política de extrema derecha como la del gobierno de España, al servicio del gran capital y a costa de los más débiles, los pensionistas, es desastrosa. Por eso le pido a usted, M.Rajoy, que se jubile y nos dé la oportunidad de elegir otros políticos. Cualquiera lo haría mejor que usted. Disfrute de la jubilación, si puede porque tiene muchas cuentas pendientes que saldar con los que ha damnificado.


P.D.:
Ayer, yendo en la manifestación de Bilbao a favor de pensiones dignas, me sentí parte de una patria. Esa es mi patria, la de la gente que defiende sus derechos, la de los que se unen para demostrar que somos más fuertes que los carroñeros que trepan al poder.