Desde que Vox, una excisión del PP, se presentó a las elecciones los otros dos partidos más grandes de la derecha española, PP y Ciudadanos, se han mostrado como son, fascistas, a los votantes para competir con Vox. El conjunto de los tres partidos me lo imagino como un tríptico que estaba cerrado y que se ha abierto mostrando una pintura de temática dramática, de muy mala calidad, que ha espantado a sus potenciales compradores, los votantes españoles, la mayoría de los cuales han demostrado que conservan el buen gusto y que no quieren broncas de fascistas.
Me siento aliviado de que salgan del parlamento muchos de los que lo obstaculizaban, impidiendo la aprobación de leyes razonables y retrasando el progreso del país.
No hay que fiarse de los que llegan ahora al poder, habrá que vigilarlos contínuamente, pero ver que pierden poder los que han demostrado su mala fe es una alegría y da cierta esperanza.