lunes, 3 de diciembre de 2018

En Andalucía han votado a los antisociales auténticos para castigar a los que se llaman socialistas pero traicionan a la sociedad

Ayer, en las elecciones andaluzas, obtuvieron mayoría de votos los partidos que yo llamo antisociales, esto es, la derecha. Fueron tres partidos de derechas, pero no se distinguen entre sí. PP, Ciudadanos y Vox declaran los mismos propósitos: Violencia contra los que no les sigan, odio a todo el que no se declare fascista y fanático de la "españa" "una grande y libre", la del lema del escudo nacional de la dictadura de Franco.

Todos los que sentimos que la política debe servir a la sociedad, no avasallarla, nos preguntamos cómo se ha llegado a ese resultado electoral.
Por mi parte pienso que muchos andaluces, viendo que les gobernaba un partido que se hace llamar socialista, pero que se aliaba con un partido de derechas, viendo que su gobierno tomaba decisiones de derechas, antisociales, que no ayudaba a los pobres sino a los que prometen puestos de trabajo pero imponen esclavitud, han optado bien por no votar o por votar al original en vez de a la copia falsa.

Pero los votantes pobres que se han cambiado al bando fascista esperando que su situación cambie están desinformados. Si los jóvenes sin trabajo hubieran hablado más con sus mayores y hubieran pasado menos tiempo oyendo y leyendo a fachas por los medios de comunicación sabrían lo que trajo el franquismo con su guerra, postguerra y dictadura: muerte, hambre, miedo,... e ignorancia para perpetuar la dictadura.
Además de esta reacción social, está la derrota de los auténticos socialistas, los que surgieron movilizándose desde el 15M. El fallo que veo en estos es que siguen empeñados en financiarse con microcréditos, como quien dice, pidiendo limosna. Un partido como Podemos, que ha demostrado atraer una parte importante de la población, creo que debería financiar más sus campañas, solicitando préstamos, como los demás partidos, sin ceder su independencia, con el aval de haber tenido muchos votos. Está demostrado hasta la saciedad que no basta tener razón para ganar unas elecciones, sino que hay que hacerse oir, y eso cuesta dinero.