domingo, 8 de diciembre de 2019

CO2 a combustibles mediante fotosíntesis en el oceano fertilizado artificialmente

Es evidente que los humanos no vamos a reducir las emisiones de CO2 a tiempo de evitar un cambio irreversible del clima. A pesar de las declaraciones de buena voluntad en varias cumbres climáticas y en manifestaciones callejeras, las emisiones han seguido aumentando.

Dependemos tanto de los combustibles que no podemos dejar de quemarlos a tiempo, así que hay que buscar una solución rápida que no sea la reducción de emisiones. Lo más eficaz que se me ocurre es la absorción del CO2 del aire mediante fuentes de energía renovable. Si nos planteáramos hacer esto artificialmente, mediante captadores de CO2 alimentados por aerogeneradores y paneles solares, sería una locura, porque no podemos producir ni una millonésima parte de los generadores, paneles y captadores que harían falta. En cambio, la fotosíntesis no precisa de nuestros medios de producción, porque la realizan organismos que se reproducen con gran rapidez, siempre que tengan a su disposición sol, agua, CO2 y nutrientes.

El océano dispone de sol, agua, CO2 y sales, pero le falta hierro. Esta carencia lo convierte en un desierto que ocupa dos tercios de la superficie del planeta.
Se han hecho pruebas de fertilizar una pequeña area de mar con pequeñas cantidades de hierro, que han tenido éxito en cuestión de días, aunque ha durado poco, porque el fitoplancton producido era consumido por otros organismos, que acababan sumergiéndose. Esa corta duración, sin embargo, se puede considerar un éxito porque indica que el carbono absorbido del aire en la superficie se sumerge, limpiando de él la atmósfera, segúramente por mucho tiempo. Además, el que este efecto dure poco permite abortar rápidamente sus posibles efectos adversos sobre la ecología.

Parte de la biomasa que se produjera en el océano gracias a la fertilización con hierro se podría recolectar y utilizar para sustituir al petróleo. Quizá con pocas modidicaciones, las refinerías de petróleo podrían extraer o producir combustibles a partir de esa materia orgánica. Parece evidente que sería muchísimo más factible modificar algo las refinerías, que los miles de millones de aparatos e industrias que usan sus productos.

Fertilizar el mar y usar la nueva biomasa como materia prima sustitutiva del petróleo, el gas natural y el carbón, sería una solución rápida para hacer frente a la emergencia, pero a largo plazo lo más sensato es reducir al máximo el consumo de combustibles, sean del origen que sean, y usar energías renovables que afecten lo mínimo posible al entorno que nos da la vida.