Las rebeldías de líderes de izquierda contra la disciplina de sus partidos, por ejemplo las últimas mas llamativas de Susana Díaz, Gaspar Llamazares o Iñigo Errejon, son enormemente dañinas para los intereses de la sociedad, porque debilitan a los únicos partidos con suficientes votantes de izquierda como para alcanzar poder, y por ello ser capaces de ejercer políticas sociales desde la administración pública. Por ello esta rebeldía recursiva en esos partidos merece una seria reflexión y un cambio de actitud por parte de los que aspiran a cargos públicos apoyándose en votos de la gente con ideas socialistas, entre los que me incluyo, convencido de que la política sólo puede ser socialista, porque si no es antisocial.
Los motivos de esa rebeldía intuyo que son personales, sentimentales. Pueden ser una mezcla de una actitud sana de no obedecer ciegamente al que tiene más poder, con una ambición de poder muy necesaria en cualquier político. Esta mezcla de sentimientos, si se dejan llevar por ellos, quizá les hace olvidar a los políticos rebeldes que los que no tenemos el poder económico sólo podemos llegar al poder político mediante la unión. Si estos lo olvidan movidos por su ambición, los demás debemos apartarlos para que no dañen la unidad que nos es imprescindible para defendernos de los depredadores de la sociedad y de la Tierra.