El último fallo del cohete Soyuz, ayer 11/10/18, del que salieron ilesos los astronautas gracias al sistema de seguridad que apartó del cohete la cápsula tripulada, abre de nuevo el debate sobre la seguridad de los cohetes usados en astronáutica.
Pienso, como comenté en un artículo de Daniel Marín en su blog Eureka, que
"Los cohetes son muy peligrosos. Se pensaron para usos bélicos y, casualmente, han tenido éxito para alcanzar el espacio, pero no son una solución adecuada para ese fin.
Ya es hora de desarrollar soluciones alternativas al cohete, que no requieran levantar tanta masa explosiva ni aceleraciones en en límite de lo soportable."
Para no tener que transportar mucho propelente, los motores ideales son los iónicos, que usan energía solar para expulsar un gas a velocidades mucho mayores que lo que lo hace el motor de combustión de un cohete. Hasta ahora los motores ionicos tienen, al menos, dos problemas que impiden usarlos para lanzar naves desde la superficie: Son poco potentes en relación a su masa y usan gases nobles caros, por eso sólo se usan en naves pequeñas no tripuladas y solo cuando ya se ha alcanzado la velocidad orbital mediante cohetes. Pero se están desarrollando motores iónicos capaces de usar aire, y otros que son muy pequeños y potentes. Si se llega a una buena relación potencia/masa, junto con el uso del aire como propelente, y además se usaran grandes alas para despegar y aterrizar sin grandes aceleraciones, creo que tendríamos un buen medio de transporte espacial, económico y seguro.
El problema con las alas es que ofrecen demasiada resistencia al aire como para alcanzar la velocidad orbital. Y aunque se alcanzara, en la reentrada a la atmósfera se calientan tanto por la fricción que precisan una cubierta de materiales muy resistentes y pesados.
Quizá si las alas estuvieran recubiertas de pequeños motores iónicos tendrían mejor protección con los gases expulsados que con materiales refractarios. Al mismo tiempo se distribuiría la potencia en muchos motores, dando más seguridad a la nave por redundancia, y alcanzarían entre todos suficiente potencia para sustentar y acelerar un avión espacial hasta alcanzar velocidad orbital.
Quizá aun estemos lejos de que un avión iónico sea posible, pero después de esperar una alternativa a los cohetes durante 50 años, creo que será tolerable esperar unos años más.