viernes, 6 de abril de 2018

Revolución artesanal informatizada

La revolución industrial concentró la producción en grandes máquinas capaces de procesar grandes masas de materias primas siguiendo procesos relativamente sencillos. Esto permitió a los grandes propietarios prescindir de mucha mano de obra y presionar a la población mediante el desempleo. Desde entonces, la acumulación de poder gracias a la concentración de la producción no ha parado de aumentar, hasta el punto de que unos pocos propietarios gobiernan de hecho el planeta sin haber sido elegidos democráticamente. Esta acumulación de poder en manos de quienes no tienen por objetivo el bien común ni la preservación de la habitabilidad del planeta, sino la simple acumulación, ha llevado a la humanidad a un círculo vicioso muy destructivo que puede llegar a colapsar pronto por la alteración global del clima y un agotamiento de recursos muy peligroso por el exceso de población.
La producción en masa ha sido útil mientras no se sabía producir económicamente a pequeña escala, pero tiene unos costes ambientales y de recursos comunes que no son sostenibles y que pagamos todos muy caro a largo plazo. El consumidor que no ve cómo se fabrica no tiene conciencia de esos costes, lo que ve es que el precio del producto es bajo, por ejemplo el de una bolsa de plástico o el de los combustibles, así que no se inhibe de consumir en exceso.

Mientras tanto, la informática ha aumentado la capacidad de las máquinas en varios aspectos aprovechables para corregir los efectos negativos de la industrialización. Por un lado, permite la optimización de los recursos, al tratar muchas variables de los procesos a gran velocidad, siguiendo algoritmos muy sofisticados que incluso se pueden modificar a sí mismos a partir de la experiencia. Los Artefactos Informáticos (AI, a los que no considero Artificial Inteligence por respeto a la inteligencia de los seres vivos evolucionados durante miles de millones de años) también permiten diversificar la producción sin necesidad de cambios estructurales en la maquinaria, por ejemplo en el caso de impresoras en tres dimensiones. La miniaturización de la electrónica y su producción a gran escala ha abaratado tanto los AI que se pueden usar en cási cualquier ámbito. En consecuencia, hoy sería posible la producción de maquinaria pequeña y versátil, capaz de fabricar en el mismo lugar que se utilizasen sus productos, y que se pudiera adaptar a las materias primas disponibles en el lugar. Incluso se podrían reutilizar los deshechos de su producción y del consumo, así como cultivar huertos. Una máquina así, versátil y con AI, que fuera tan pequeña y barata como un pequeño automóvil, e incluso lo sustituyera, proporcionando un transporte con patas que no necesite carreteras, podría revertir los desastres de la revolución industrial. Cada hogar podría tener una de estas máquinas. Se minimizaría el impacto ambiental del consumo y del transporte, porque todo se produciría in situ con los recursos del lugar, haciendo habitables lugares hasta ahora inhóspitos sin necesidad de destruir terrenos para hacer vias de comunicación. Una máquina así sería capaz de cualquier trabajo a pequeña escala, por lo que se le podría llamar Artefacto Artesano (AA). Hoy por hoy esto es sólo ciencia ficción, pero el principal obstáculo para realizarlo pienso que serían los que tienen ahora el poder, porque los AA nos harían independientes de ellos.

Los AA no tendrían todas sus capacidades desde el primer momento. Podrían estar en un principio dedicados sólo a la captación de energía solar y al reciclado del agua doméstica, de manera parecida a como se pretende hacer en las naves espaciales durante viajes largos. El resto de las tareas las harían, provisionalmente, los propietarios humanos con ayuda de pequeñas máquinas, como las usadas en bricolaje, más impresoras 3D. Progresivamente, las AA irían aprendiendo esas tareas y se modificarían a sí mismos, con ayuda de sus propietarios y con experiencias intercambiadas a distancia entre AAs.

Una producción masiva de AAs, que quizá aprenderían a reproducirse, provocaría una gran revolución de la humanidad: una revolución artesanal que, contra el propósito de la revolución industrial, estaría al servicio de cada humano y del planeta.
Quizá estos artesanos artificiales serían una buena ayuda para curarnos del cáncer capitalista mediante la distribución a todas las personas tanto de la riqueza como del cuidado de la Tierra.